La debacle de Junts. Aqui esta el problema.
| Carles Puigdemon, buscando una solucion peronal, hunde a Junts. |
El desplome de Junts ya es imparable: el último barómetro del CEO revela que Aliança Catalana se dispara robando votos y protagonismo. ¿El fin de una era para Junts? . Los datos, las causas y las consecuencias de un terremoto político que no tiene marcha atrás.
Junts, ese partido que soñó con liderar Catalunya, hoy se encuentra en caída libre. El tercer barómetro del CEO confirma lo que muchos sospechaban pero pocos se atrevían a decir en voz alta: Junts se desploma y Aliança Catalana, con Sílvia Orriols al frente, se dispara a su costa hasta disputarle el tercer puesto en el Parlament.
Los números son demoledores. Si hoy se celebraran elecciones, Junts y Aliança estarían empatados, ambos con 19 o 20 escaños. Pero el drama real está en la comparativa: mientras Junts tenía 35 diputados, ahora podría quedarse con la mitad. Su sangría es tan feroz que un 20 % de sus votantes ya se han marchado directo a Aliança, y un porcentaje menor ha huido al PSC. En palabras simples: el refugio del independentismo pragmático se ha resquebrajado.
La fidelidad de voto de Junts está por los suelos (55 %). Sufren el castigo de la ruptura con el PSOE, la erosión de su narrativa y la incapacidad de plantar cara a nuevos actores radicales y voraces de la escena catalana. Porque el fenómeno Orriols no es casualidad: Aliança dobla su intención de voto y pesca en el río revuelto de los desencantados, atrayendo también a votantes de ERC.
Pero esto va más allá de cifras: es el síntoma de una crisis de identidad. Junts ha dejado de emocionar. Su mensaje no prende, sus fracturas internas se agravan y su desconexión con la ciudadanía se hace más evidente que nunca. Mientras el PSC revalida la victoria y ERC aguanta el tipo, la irrelevancia acecha a un Junts que, de no reaccionar, camina directo hacia su propia autoliquidación.
¿Resurgir o irse a negro? Junts tiene poco tiempo y menos margen para reinventarse, porque la marea le juega en contra y los datos del CEO no mienten: Catalunya quiere cambio, aunque ese cambio signifique ver cómo un histórico pierde su sitio ante un radicalismo en ascenso.
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Junts, ese partido que soñó con liderar Catalunya, hoy se encuentra en caída libre. El tercer barómetro del CEO confirma lo que muchos sospechaban pero pocos se atrevían a decir en voz alta: Junts se desploma y Aliança Catalana, con Sílvia Orriols al frente, se dispara a su costa hasta disputarle el tercer puesto en el Parlament.
Los números son demoledores. Si hoy se celebraran elecciones, Junts y Aliança estarían empatados, ambos con 19 o 20 escaños. Pero el drama real está en la comparativa: mientras Junts tenía 35 diputados, ahora podría quedarse con la mitad. Su sangría es tan feroz que un 20 % de sus votantes ya se han marchado directo a Aliança, y un porcentaje menor ha huido al PSC. En palabras simples: el refugio del independentismo pragmático se ha resquebrajado.
La fidelidad de voto de Junts está por los suelos (55 %). Sufren el castigo de la ruptura con el PSOE, la erosión de su narrativa y la incapacidad de plantar cara a nuevos actores radicales y voraces de la escena catalana. Porque el fenómeno Orriols no es casualidad: Aliança dobla su intención de voto y pesca en el río revuelto de los desencantados, atrayendo también a votantes de ERC.
Pero esto va más allá de cifras: es el síntoma de una crisis de identidad. Junts ha dejado de emocionar. Su mensaje no prende, sus fracturas internas se agravan y su desconexión con la ciudadanía se hace más evidente que nunca. Mientras el PSC revalida la victoria y ERC aguanta el tipo, la irrelevancia acecha a un Junts que, de no reaccionar, camina directo hacia su propia autoliquidación.
¿Resurgir o irse a negro? Junts tiene poco tiempo y menos margen para reinventarse, porque la marea le juega en contra y los datos del CEO no mienten: Catalunya quiere cambio, aunque ese cambio signifique ver cómo un histórico pierde su sitio ante un radicalismo en ascenso.
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