Feijóo y los pasados "grabados a fuego": Marcial Dorado siempre vuelve

Hay pasados que se pueden maquillar y hay pasados grabados a fuego, y el de Alberto Núñez Feijóo con Marcial Dorado pertenece a la segunda categoría. Cada vez que el líder del PP levanta la voz para hablar de “credibilidad” o “corrupción ajena”, las imágenes en yate y excursiones noventeras con un contrabandista que terminó condenado por narcotráfico vuelven a ocupar la escena pública.​

Durante años, Feijóo ha intentado encapsular esa relación como “momentos de ocio” sin mayor trascendencia, mientras la hemeroteca detalla viajes, comidas y amistades compartidas con un hombre que ya arrastraba detenciones y un largo historial de contrabando. No es solo una foto incómoda: es una línea de tiempo completa donde cargo público y amistades peligrosas se solapan, y eso pesa cuando se pretende ir por la vida de fiscal moral permanente.​

El problema para Feijóo no es solo lo que hizo, sino lo que intenta borrar. Cada vez que aparece en medios acusando a otros dirigentes de ser “los más rodeados de corrupción” o “los menos creíbles de la democracia”, las redes responden con una sola pregunta demoledora: “¿Y Marcial Dorado?”. Esa pregunta funciona como un tatuaje político: no se ve todo el tiempo, pero basta un foco para que destaque con más fuerza.​

La política española vive atrapada en una amnesia selectiva donde los pasados propios se relativizan y los ajenos se convierten en dogma moral. Feijóo ha hecho de ese doble rasero una marca de la casa: discurso duro contra la corrupción mientras arrastra un pasado que nunca termina de explicar del todo, siempre envuelto en matices, fechas discutidas y versiones cruzadas sobre cuándo se rompió realmente la amistad con el narco gallego.​

En un ecosistema digital donde todo queda registrado, hay trayectorias que se convierten en meme político permanente. La de Feijóo y Marcial Dorado es una de ellas: cada hemeroteca rescatada, cada cronología publicada, cada hilo viral en redes refuerza la misma idea simple y devastadora: quien presume de vara de medir ajena tiene un pasado que no pasa. Y por mucho que cambien los nombres de los escándalos del momento, la pregunta seguirá flotando cada vez que se ponga en plan justiciero: “Feijóo, ¿y tu pasado grabado a fuego con Marcial Dorado?”.​

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