Manda huevos!. El Supremo castiga al que desmonta el bulo y blanquea al que lo lanzó


El Tribunal Supremo firma una condena más que dudosa contra el Fiscal General mientras blanquea bulos políticos y consagra el lawfare como nueva forma de gobierno togado.​


Manda huevos!. Un país sabe que algo se ha roto cuando el máximo tribunal certifica un bulo político y fulmina al Fiscal General por desmentirlo, mientras el autor del bulo sale reforzado y sonriente en su cargo. La escena es de manual: el Tribunal Supremo, el lawfare y un Fiscal General convertido en aviso a navegantes de cualquiera que ose plantar cara a la mentira organizada.​

La jugada es tan burda que indigna: se reconoce que la versión difundida desde un aparato de poder era “absolutamente falsa e infundada”, pero se castiga a quien la desmintió y se premia a quien la puso en circulación. No se trata solo de una sentencia discutible, sino de un mensaje nítido: los bulos de los de arriba son impunes; la respuesta institucional, delito.​

Para que el guion sea completo, la condena al Fiscal General se construye sobre arena: autor indeterminado, delito cogido con pinzas y un voto particular demoledor que habla de vulneración de la presunción de inocencia. Cuando la fórmula mágica es “él o alguien de su entorno”, no estamos ante justicia penal, estamos ante un “ya veremos a quién le cae” con toga y escudo en la portada.​

Eso tiene un nombre: lawfare, guerra política por medios judiciales, donde los jueces deciden gobernar, marcar el campo y disciplinar al poder democrático elegido en las urnas. Hoy es un Fiscal General inhabilitado por hacer lo obvio —desmentir una acusación falsa lanzada desde despachos muy concretos—; mañana será cualquiera que ose enfrentarse al bloque mediático-judicial que ha decidido quién manda de verdad.​

La paradoja final es obscena: un defraudador fiscal confeso cobra indemnización, el bulo oficial se convierte en relato hegemónico y el Supremo se reserva el derecho de condenar incluso cuando no hay autor claro ni crimen consistente. Manda huevos: cuando la necesidad política aprieta, vale todo, incluso condenarte por lo que nadie denunció… y de paso certificar que el bulo era el verdadero poder del Estado.

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