PP EXTREMADURA: Cobardía y Miedo a Gobernar solos.
El PP ha ganado en Extremadura, suma más que toda la izquierda junta y, aun así, se arrodilla ante Vox en lugar de defender un programa propio y someter a la extrema derecha a la intemperie de las urnas. Mientras María Guardiola inicia el “deshielo” con Vox, la verdadera pregunta no es qué quiere Abascal, sino por qué el PP tiene tanto miedo a gobernar sin muleta ultra.
El PP que teme a sus propios votos
El PP ha logrado 29 escaños y más del 43% de los votos en Extremadura: suficiente para liderar, insuficiente para la mayoría absoluta, pero más que toda la izquierda junta. Sin embargo, en vez de usar esa fuerza para marcar límites, Guardiola prefiere reabrir el documento de las 200 medidas de Vox y normalizar que cada investidura pase por una ventanilla ultra.
En términos existenciales, el PP vive atrapado en su propio absurdo: pide un “mandato claro” para gobernar, pero cuando lo tiene se comporta como si fuera un partido minoritario obligado a obedecer al socio más radical. Un partido que gana y actúa como si hubiera perdido ya ha confesado su miedo, y el miedo es el verdadero socio de Vox.
Vox, la amenaza que no quiere probar suerte
Vox vende épica de ruptura, pero sus propias fuentes admiten que forzar otra repetición electoral sería “inviable” si el resultado no acompaña y su capacidad negociadora se hunde. Por eso presionan al máximo al PP… pero con la línea roja de no jugársela de verdad en unas nuevas urnas donde podrían perder escaños frente a un PP aún más fuerte.
Ahí está la paradoja: quien dice defender al pueblo teme la democracia cuando no controla el guion, y quien dice haber ganado tiene miedo de gobernar sin tutela ultra. El resultado es un teatro del absurdo en el que Vox no se atreve a romper y el PP no se atreve a mandar, mientras Extremadura se acostumbra a vivir en un bucle de chantaje permanente.
La cobardía como proyecto político
Si el PP quisiera de verdad plantar cara, pondría el tablero del revés: presentar un programa propio, exigir a Vox que escoja entre abstenerse, apoyar o cargar con el coste de repetir elecciones. No hacerlo es una decisión política, no una fatalidad aritmética: el PP prefiere compartir gobierno con Vox antes que exponer su fragilidad ante el voto libre.
En esa elección se resume todo: hay una derecha que podría usar su mayoría para frenar a la extrema derecha y elige no hacerlo, porque le resulta más cómodo gobernar con miedo que asumir el riesgo de ser adulta. Mientras tanto, la ciudadanía vive entre lo trágico y lo cómico, viendo cómo quienes presumen de ganar eligen voluntariamente ser rehenes.
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