La justicia social como escudo: La respuesta progresista al discurso del miedo.
Frente a quienes utilizan el miedo a la delincuencia para ganar votos, siempre hay otra respuesta: la justicia social. No es una idea blanda, sino un verdadero escudo para proteger a todos los ciudadanos/as. La seguridad real no nace de la mano dura, sino de una sociedad que no deja a nadie atrás.
Ni alambres de espino ni aumento de las penas, las políticas tangibles que actúan como un muro de contención contra las causas reales de la delincuencia. Cada joven con acceso a una educación de calidad es un joven escudado de la marginalidad. Cada familia con un empleo digno y una vivienda estable es una familia protegida de la desesperación. Un sistema sanitario público y de salud mental robusto es la primera línea de defensa para prevenir crisis sociales.
Esta visión choca frontalmente con el discurso del miedo, una narrativa que simplifica problemas complejos y señala culpables fáciles, a menudo los más vulnerables. Esta estrategia busca crear una falsa equivalencia: que las políticas de izquierdas, centradas en la inclusión y los derechos, son sinónimo de calles y hogares desprotegidos. Es una herramienta electoral que se alimenta de la ansiedad ciudadana en lugar de ofrecer soluciones reales.
Sin embargo, los datos oficiales desmienten sistemáticamente el alarmismo. Las estadísticas de criminalidad demuestran que no existe una correlación entre los gobiernos progresistas y el aumento de la delincuencia. Por el contrario, un enfoque preventivo y comunitario, que dota de recursos a las fuerzas de seguridad para que trabajen en el marco de los derechos y libertades, se ha demostrado mucho más eficaz a largo plazo.
En definitiva, la respuesta progresista al miedo no es negarlo, sino entender su origen y combatirlo desde la raíz. Mientras unos proponen levantar muros y endurecer castigos, hay personas que defendemos la construcción de un sólido escudo social que ampare al conjunto de la ciudadanía. Porque la sociedad más segura no es la que tiene más candados en las puertas, sino aquella que garantiza la igualdad de oportunidades para todos.
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