Tu 'Me gusta' será usado en tu contra: Por una respuesta progresista al archivo total

Cada clic, cada 'Me gusta', cada comentario, alimenta un expediente eterno que puede ser usado para juzgarnos y limitarnos en el futuro. Esta vigilancia constante no es neutral: perpetúa las desigualdades y ahoga la disidencia. Frente a esta condena digital, hay que abanderar una lucha política valiente por el derecho al olvido, una regulación que ponga límites al poder de las grandes tecnológicas y que nos devuelva el derecho a ser dueños de nuestro futuro.

La tecnología ha creado un expediente social imborrable que castiga con más dureza a los más vulnerables. Un error de juventud, una opinión desafortunada o una mala decisión, que antes se diluían con el tiempo, hoy son una mancha digital indeleble. Para una persona de un entorno privilegiado puede ser una anécdota; para alguien de un colectivo marginado, puede suponer una barrera insalvable para acceder a un empleo, a una vivienda o, simplemente, a una segunda oportunidad. Esta injusticia digital perpetúa las desigualdades existentes.

Desde una visión progresista, es inaceptable que el poder de definir nuestro presente y futuro esté en manos de algoritmos y grandes corporaciones tecnológicas, cuyo modelo de negocio se basa en la acumulación y explotación de nuestros datos. Esta vigilancia constante no solo mercantiliza nuestra vida, sino que también ahoga la disidencia y el activismo. El miedo a que una acción o una opinión de hoy pueda ser usada en tu contra mañana fomenta la autocensura y debilita los movimientos sociales que luchan por el cambio.

Por ello, la solución no puede ser únicamente individual, como una simple "higiene digital". La izquierda debe abanderar una lucha política por un verdadero derecho al olvido. Esto implica impulsar una regulación valiente que ponga límites al poder de las grandes tecnológicas, que garantice que las personas puedan eliminar su rastro digital y que se oponga a la creación de sistemas de crédito social basados en nuestro comportamiento pasado.


En definitiva, en un mundo que nos condena a ser siempre quienes fuimos, la lucha por el derecho a olvidar es una lucha por el derecho a tener un futuro. Es la defensa radical de la idea de que todas las personas merecen la oportunidad de aprender, de equivocarse, de cambiar y de volver a empezar.

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