Erenst Lluch, el referente incómodo.

En la política española, “tener una referencia” suele ser la excusa perfecta para no arriesgar nada. Homenajes de salón, tweets blandos, discursos huecos. Lluch no cabía en ese guion. Socialista por convicción, frontal hasta la incomodidad, académico de la acción y enemigo declarado de la indiferencia criminal. Su asesinato sigue siendo la foto incómoda de una Transición y una democracia que miraban (y siguen mirando) hacia otro lado cuando el diálogo se convierte en peligro.

ETA lo asesinó porque Lluch era, precisamente, lo que ningún aparato soporta: un puente entre bandos, un agitador de consensos, uno que no escondía sus vínculos ni con Cataluña ni con Euskadi. Mientras la mayoría callaba o pactaba, él defendía la sanidad universal, la negociación política y la necesidad de que el nacionalismo democrático se integre en el bloque constitucional. Un traidor para los extremistas, un problema para los aliados cómodos del sistema.

Lluch era Indefinible: ni mártir de pancarta ni producto de marketing. Lo suyo era sentarse con unos y con otros, defender el “hablad, porque mientras gritáis, no matáis”. Era la amenaza de demostrar que la política, a veces, sirve para algo más que trincheras y marketing electoral. Quiso universalizar derechos en vez de rentabilizarlos en campañas.

El 25 aniversario de su asesinato, en plena era de la instrumentalización política de la memoria, sirve para que todos capitalicen a Lluch. El PSOE lo eleva a tótem fundacional, la derecha lo utiliza de ariete contra el presente, la izquierda abertzale presume de conflicto superado. Pero nadie quiere reconocer lo obvio: que para hacer política útil hay que arriesgar algo más que la imagen, y a Lluch —a diferencia de muchos— le costó la vida.

Su legado, incómodo y peligroso, es una llamada a que la política no se conforme nunca con viralizar, sino con transformar: la universalización de la sanidad, el diálogo real (no de plató), y el no rendirse ante el terrorismo del disparo ni ante el del silencio cómplice.

Hoy no matan en Euskadi, sólo se matan relatos en redes. ¿Hemos aprendido algo? O mejor: ¿quién ocupa hoy ese hueco incómodo de referencia, en un panorama donde nadie se mueve si no hay focus group ni trending topic?

#PSOE #Socialismo #Politica #España #ErnestLluch

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