Feijóo cruza otra línea roja: del “prófugo” Puigdemont a suplicar a la patronal catalana que hable con él para su apoyo moción de censura.



Asi es él. Inconsistente. Feijóo y el PP pasan de llamar “prófugo” a Puigdemont a suplicar a la patronal catalana que le haga el trabajo "sucio" que ellos no se atrevev a hacer que es buscar a Junts y ERC para una moción de censura que nace sin números, mientras en el propio PP ya hay dirigentes pidiendo presentarla aunque se pierda.

Un líder que se autoproclama alternativa de Estado implorando a los despachos de Foment de Treball lo que no es capaz de conseguir en el Parlamento. En su momento cuando tuvo que intentar apoyos para su investidura fue rechazado, mas bien repudiado, por su anticatalanismo y su dependencia extrema de VOX.

La cronología del giro es demoledora: el PP agitó la calle contra la amnistía, descalificó a Junts como socios de “golpistas” y “prófugos”, y ahora Feijóo mendiga sus votos para derribar a Sánchez, asumiendo que todo “pasa por las decisiones que tome Junts”. El mismo que prometía no hacer “nada raro” con Puigdemont hoy se abraza, de facto, a la llave catalana mientras finge dignidad ante las cámaras.

La escena en Barcelona lo resume todo: Feijóo admite que “no le dan los números” y reconoce que le faltan votos de Junts y ERC, pidiendo a la patronal que interceda para que apoyen una moción cuyo único compromiso sería convocar elecciones generales. No habla de proyecto, ni de programa, ni de país: solo de adelantar elecciones porque no ha sido capaz de ganar ni negociar una mayoría real.

Mientras tanto, por dentro el PP hierve. Sectores del partido ya reclaman abiertamente registrar la moción de censura aunque se pierda, vendiéndola como una “respuesta política” al deterioro del Gobierno y a la entrada en prisión de Ábalos. Para unos, es la oportunidad de dar un “golpe de timón”; para otros, un suicidio parlamentario que regalaría a Sánchez una especie de moción de confianza encubierta… con derrota garantizada del PP.

Ese es el cuadro: un Feijóo presionado por los suyos para que presente una moción perdedora, sin los 176 escaños necesarios, atado a Vox y a cuatro votos más que solo pueden venir de quienes el PP ha demonizado día sí y día también. Por un lado, Génova quiere exhibir músculo frente a un Gobierno golpeado por casos de corrupción; por otro, teme quedar retratada como oposición torpe e incapaz de articular una mayoría distinta a base de pancarta y tertulia.

La foto final es la de un PP que se decía garante de la “dignidad de España” mientras hoy reza para que Puigdemont, Junts y la patronal catalana le saquen de su propio callejón sin salida. De “prófugo” a salvavidas, de negarse a negociar a implorar por cuatro votos: Feijóo no lidera la partida, la sufre.

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