Feijoo y el efecto bumerán: La corrupción vuelve a explotar en la cara del PP. Ahora toca Almeria.
Decía el refrán que “quien escupe para arriba, le cae encima”. Hoy, el Partido Popular y su líder Feijoo ven cómo el lodo que tanto se han empeñado en arrojar a otros, les regresa convertido en un “gapo” monumental. La detención del presidente de la Diputación y líder del PP en Almería por corrupción ligado a la compra de mascarillas sella otro capítulo negro para la marca popular. Y, una vez más, Feijoo demuestra que el discurso de control y regeneración solo sirve para alimentar titulares cuando el ventilador no apunta a casa.
La noticia no deja lugar a dudas: la UCO ha destapado una presunta trama de corrupción en la Diputación de Almería que afecta de lleno al Partido Popular. Siete detenidos, registros en oficinas públicas y privadas, contrataciones opacas durante la pandemia y el mismo presidente de la Diputación y líder provincial del PP, Javier Aureliano García, esposado y suspendido de militancia por su propio partido. Un bochorno que pone de nuevo a Feijoo en el epicentro del descrédito político, demostrando que el “control” y la “tolerancia cero” pasaron a mejor vida.
La investigación inició en 2021 y ya entonces, las señales de alarma resonaban con fuerza: comisiones a dedo, empresas amigas, familiares implicados, dinero repartido en sobres y coches de lujo adquiridos con mordidas provenientes de fondos públicos. El modus operandi del viejo PP resurge en tiempos de crisis, elevando el porcentaje de comisiones públicas a niveles inauditos: casi la mitad del presupuesto destinado a mascarillas acabó en bolsillos privados.
Feijoo, que tanto gusta de enarbolar la bandera de la honestidad y el “buen gobierno”, se enfrenta ahora al espejo más incómodo: uno de sus principales baluartes provinciales, y varios cargos del partido, en el centro de una investigación judicial por cohecho, malversación y blanqueo. ¿Qué dirá ahora el líder popular? ¿Buscará una nueva cortina de humo, o asumirá que su partido está completamente descontrolado?
La apuesta por la confrontación, la escupida constante hacia adversarios y la superioridad moral se vuelve contra Feijoo, que no logra controlar ni limpiar las manchas históricas de su formación. El “caso mascarillas” no es una anécdota aislada, sino la confirmación de que la regeneración prometida ha sido papel mojado. La UCO, la Guardia Civil y los propios jueces son quienes están tomando el timón ante la inoperancia política.
En la batalla por el relato, Feijoo vuelve a salir trasquilado. Cuando uno escupe al cielo, tarde o temprano termina empapado. El “gapo” de la corrupción del PP andaluz demuestra, una vez más, que el boomerang de la impunidad no entiende de malabarismos políticos. La respuesta de la cúpula popular: silencio, suspensión de militancia y mucho nerviosismo. Pero el daño ya está hecho y el eco de la corrupción resuena como una bofetada en pleno rostro. Feijoo no controla. Y España toma nota.
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