Juan Carlos I, rey por la gracia de Dios… y de Franco: mito o farsa histórica


Descubre cómo la historia oficial maquilló al "rey democrático" coronado por Franco. La herencia franquista del Borbón, la fractura de su mito y los secretos tras el juramento. Si buscas verdad, sarcasmo y punchlines, aquí empieza el desmontaje de una monarquía a la española.

¿Rey por la gracia de Dios o por la bendición directa de un dictador? Así, con la solemnidad funeraria propia del franquismo, Juan Carlos I juró fidelidad a las “Leyes Fundamentales” al pie de Franco. España asistía al inicio de su "renovación", pero la sombra del viejo régimen seguía marcando cada movimiento del nuevo monarca. Y no, no fue casualidad: nada ocurría sin el beneplácito de los dinosaurios del Movimiento Nacional.

Con Franco aún caliente en su tumba y los militares nostálgicos controlando el cotarro, Juan Carlos I jugó la partida que le tocó: obediente por fuera, reformista por dentro. ¿Virtud táctica o oportunismo puro? Que cada cual decida, pero el hecho es que ningún cambio era posible si se subestimaba la capacidad de los franquistas para encender otra guerra civil por nostalgia.

Años de equilibrios, pactos y trampas marcaron la transición. El Borbón pilotó a España entre dos abismos: los que querían perpetuar el régimen y los que soñaban con una democracia de verdad… pero con la Ley de Amnistía y los pactos de silencio, ¿quién ganó realmente? Que nadie olvide: el rey fue garante del consenso, sí, pero también producto de un pacto que blindó privilegios, protegió a los suyos y perpetuó impunidad.

Fracaso, mito y exilio. El desenlace de Juan Carlos I es el guion perfecto de una tragicomedia española: el héroe del 23-F –ese día en el que con uniforme de capitán general decidió que la democracia le venía mejor que la restauración franquista– es hoy sinónimo de cacerías, negocios oscuros y amistades peligrosas. De símbolo estatal a meme decadente en tiempo récord.La fractura del mito es total, pero el marketing sigue funcionando: se habla del rey como garantía del cambio, del consenso y de la democracia. ¿En serio? Eso sí, la receta siempre lleva la misma especia: mucha historia oficial, poco trauma colectivo y cero respuestas incómodas.

¿Rey por la gracia de Dios? En España, lo fue, además, por la gracia de Franco… y de la impunidad, el miedo y los silencios que aún coleccionamos. Porque en España, cuando algo empieza con “Paco, contigo empezó todo”, sabemos que acabará con punchline y resaca democrática.

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