Jueces del Supremo: ¿Condenar y cobrar?. "Los bien pagaos"

Tres jueces del Tribunal Supremo sentencian al fiscal general y, acto seguido, imparten un curso pagado por la propia acusación. Así funciona el negocio judicial: condenar, facturar y seguir en la élite. ¿Justicia? Aquí lo que cuenta es ser “bien pagaos”.

En la cima del poder judicial, todo es posible. Tres jueces del Tribunal Supremo —Andrés Martínez Arrieta, Juan Ramón Berdugo y Antonio del Moral— dictan sentencia contra el fiscal general Álvaro García Ortiz y, sin perder un minuto, se sientan a impartir un curso bien remunerado por aquellos que pidieron la condena: el Colegio de Abogados de Madrid. Si buscas imparcialidad, mejor mira en otra parte; aquí el titular es claro: “¿Condenar y cobrar? Los bien pagaos”.

La secuencia no tiene desperdicio: tras el juicio, los mismos que deciden el futuro del fiscal organizan ponencias en una formación obligatoria (y bien pagada) para acceder al turno de casación. El curso, idea del propio Del Moral, les asegura ingresos extra de entre 180 € y 630 € por cabeza. Así devuelven el favor quienes administran justicia en el punto más alto del sistema.

¿Transparencia? El Colegio de Abogados presume de legalidad y normalidad, diciendo que todo es “habitual y limpio”. El problema es que, en la torre de cristal del Tribunal Supremo, la ética siempre queda en segundo plano cuando el euro está en juego. El mismo órgano que sentenció a García Ortiz se deja agasajar con cursos patrocinados por la acusación. Imparcialidad y ética judicial: dos conceptos hundidos en la balanza, siempre del lado de los “bien pagaos”.

Esta historia huele a privilegios. Profesor y verdugo, todo en una nómina, todo con el escudo de la legalidad pero sin la más mínima vergüenza. Porque aquí la justicia se cobra por horas y se factura a la primera oportunidad. ¿Quién vigila a los vigilantes? Nadie, cuando se trata del Supremo.

No te engañes, en la justicia española quien condena, cobra. Y, si hace falta, monta el curso. “Bien pagaos”, bien lejos del juicio ético y bien cerca de la cuenta bancaria.

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