Justicia exprés para proteger a Ayuso. Manda hasta en el Supremo. Feijóo alquila despacho en Génova.


Isabel Díaz Ayuso convierte cada escándalo en inmunidad política mientras Feijóo juega a ser líder desde la sombra. Descubre por qué Madrid tiene más poder que Génova y cómo los golpes caen siempre en otros, nunca en Ayuso.

En la política española hay una regla no escrita: las tormentas siempre descargan en Madrid, pero Ayuso nunca se moja. Cuando el hermano de la presidenta madrileña pegó el pelotazo de las mascarillas, el primero en caer fue Pablo Casado. Un rival menos. Con el fraude fiscal de la pareja de Ayuso, ¿a quién condenan? Al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. ¿Y en el caso Gürtel? Baltasar Garzón, otro que se fue antes de poner una coma más en la historia judicial.

No es casualidad, es tradición: Ayuso siempre sale de rositas, mientras los que “se atreven” a mirar debajo de la alfombra acaban en la cuneta política. La sentencia contra García Ortiz se anunció a tal velocidad que ni siquiera está escrita. El propio Supremo admite que aún está “pendiente de redacción”. ¿Qué sabemos? Nada. ¿Los fundamentos? Misterio. ¿Por qué ignoraron periodistas que ya sabían el secreto antes de que llegara al fiscal general? Lo que importa no es la verdad, sino a quién beneficia la condena.

Hoy celebran esta sentencia dos personajes clave: Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez. Los mismos que lanzaron bulos para tapar el fraude de su entorno más íntimo, Alberto González Amador. La maquinaria mediática y judicial gira para proteger a Ayuso y limpiar el camino de obstáculos. Cada escándalo, cada filtración, termina siendo pólvora mojada para la presidenta.

Mientras Feijóo –el teórico líder del PP– cae de perfil en las crisis y se limita a gestionar la fachada, Ayuso mueve los verdaderos hilos del poder popular. Lo de “manda más que Feijóo” no es frase hecha, es diagnóstico: Madrid dicta, Génova obedece.

Ayuso ya no es solo la protegida, es la intocable. El efecto Ayuso: cuanto más la atacan, más crece. La oposición grita, la prensa denuncia, pero ella sigue blindada, convertida en icono de resistencia ultraliberal, con la calle y los medios trabajando para su relato.

¿El secreto? Convertir cada golpe en reforzar su imagen de víctima invencible, una jugada maestra de spin político y control de daños. Sí, manda más que Feijóo, y si alguien duda, que revise las últimas bajas en las filas populares. Ayuso no solo sobrevive: extermina.

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