La familia Entrecanales, los invisibles del escándalo Acciona-Cerdán
La política española vuelve a cruzarse con los grandes negocios en un escenario que ya no sorprende a nadie: Marruecos, obras públicas millonarias, y una delegación “oficial” a la que no todos pertenecen formalmente pero todos representan algo muy concreto. El informe de la UCO pone en el centro a Santos Cerdán, ese hombre todoterreno del PSOE que, sin cartera, viaja a negociar megaproyectos a orillas del Atlántico.
Pero, ¿qué es Acciona sin los Entrecanales? El informe revela maniobras para hacer que Marruecos adjudicara un contrato estrella a la empresa, e incluso detalla cómo la presión política y las gestiones discretas buscaban unos intereses claros: abrir la puerta a comisiones y apuestas empresariales que rozan lo indecente. Mientras tanto, Antxón Alonso, colaborador y amigo personal de Cerdán, gestiona listas de asistentes y mueve información interna que apunta y resalta —todo con la naturalidad del que se sabe impune.
¿Dónde está la familia Entrecanales? Sorprende el modo en que la ingeniería española más internacional logra que la imputación no roce nunca a los verdaderos decisores. Los CEOs y dueños de Acciona, expertos en multiplicar fortuna y contratos, ni están ni se los espera en el sumario. Cuando la UCO pregunta por responsables en el “caso Acciona”, las respuestas parecen siempre quedarse una planta por debajo del consejo de administración.
España no necesita más informes: necesita una justicia que no sólo cite a cargos medios o enviados políticos, sino que siente en el banquillo a los grandes jugadores. Es hora de dejar de mirar al dedo y fijar la vista en la luna: los Entrecanales conocen cada detalle y benefician a cada paso, ¿no hay responsabilidad penal en la cúpula cuando el negocio se cocina a su medida? Si sólo caen intermediarios y vividores del poder, el mensaje social es devastador: el apellido pesa más que el código penal.
El caso Cerdán-Acciona no es ni será el último en el que política y macroempresa se entrelazan, pero resulta escandaloso que ninguno de los grandes jefes dé la cara. Los millonarios contratos internacionales no se ganan en los despachos menores, sino en los reservados donde sólo acceden quienes reparten juego y comisión.
No se pide más investigaciones, se pide valor. Valor para imputar a la familia Entrecanales y exigir responsabilidad a quien firma y decide. El sistema sólo será creíble cuando el poder económico deje de estar blindado. Hasta entonces, la ética seguirá fugándose, como los millones de cada contrato, por el mismo puerto.
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