Rosalía y el arte de vivir en la incertidumbre: ¿Devoción, talento o puro collage pop?
En una época en la que la duda es más firme que la fe y donde lo incierto es el único dogma, Rosalía irrumpe —otra vez— para recordarnos que el verdadero arte no ofrece respuestas, sino preguntas. Entre devoción y provocación, la catalana nos desafía a navegar sin brújula por su universo fragmentado, tan magnético como cargado de ambigüedad.
Rosalía no canta sólo para gustar, sino para incomodar. En sus letras hay devoción, pero también rebelión. ¿Es una “tradwife” posmoderna? ¿Icono queer resignificando lo místico? ¿Multinacional del alma made in Spain? En realidad, es todo a la vez. La espiritualidad que destila su trabajo no se vende en librerías religiosas: se encuentra en beats, fragmentos de trece idiomas y una ambición de collage que mezcla reliquias, sueños y sobresaltos.
En “Lux”, la artista explora esa frontera difusa entre fe y certeza. En tiempos de “fake news”, partidos políticos que hacen campaña desde la irrelevancia y futbolistas terraplanistas, su música se convierte en un pequeño acto de resistencia: nos invita a sentir, pero sin caer en la trampa de creer cualquier cosa. Simplemente vivir la duda. ¿Es esto arte o márketing? ¿Profunda introspección o mera provocación?
En ese terreno incierto, Rosalía se mueve con la soltura de quien sabe que el verdadero poder está en no definirse. Como si fuese un collage pop, compone canciones pegando retazos de experiencia, lenguas y estilos. El resultado: una composición bella y feroz, imposible de encasillar.
Lo dice claro: “primero amaré el mundo y luego amaré a Dios”. En ese orden. Porque la única certeza en su universo es que nada está cerrado, todo puede cambiar. No hay revelación, sólo búsqueda.
Resulta irónico que la artista aconseje “desear menos para encontrar paz interior” mientras posa para Vogue y bate récords de preventa en Amazon. La mística, también en la música, tiene mucho de exclusividad. Pero eso no le quita verdad. En tiempos de confusión, Rosalía nos da permiso para no saberlo todo, para vivir en el arte de la duda. Qué mejor forma de estar vivo.

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