Sanchismo con esteroides: Estado del bienestar, transparencia y advertencia autonómica
En la última comparecencia en el Congreso, el presidente Pedro Sánchez decidió dejar claro que “la España de lo público” no piensa bajar la guardia. Anunció millones, exigió datos autonómicos y disparó un mensaje: “El Estado del bienestar se defiende con uñas y dientes frente a cualquier ajuste privatizador”. ¿Fuerza política o marketing institucional? Bienvenidos al Sanchismo sin filtros
Pedro Sánchez compareció en el Congreso con el tono muscular de quien no solo gobierna, sino que marca la agenda social y política. Su intervención sacudió la sesión parlamentaria, invocando la defensa férrea del Estado del bienestar y elevando la inversión pública como estandarte de su gestión. De entrada, arrojó cifras: 300.000 millones de euros transferidos a las comunidades autónomas en siete años, un 47% más que el anterior gobierno. Sanidad, educación y dependencia reciben el doble de recursos, pero Sánchez quiere más: exige transparencia autonómica y acceso público a los datos, porque, en sus palabras, “no es solo cuestión de dinero, sino de compromiso político y social”.
El presidente denunció el “desmantelamiento” del bienestar en varias Comunidades Autonomas, desligándolo de los fondos estatales y apuntando a gestiones autonómicas deficitarias. Su receta es contundente: cooperación entre gobierno central y autonomías, análisis público de los datos sobre sanidad, educación y dependencia, y políticas de transparencia de recursos. Aquí, el músculo no es solo presupuestario, sino discursivo: “España de lo público” como bandera frente al avance privatizador.
Sánchez tampoco esquivó la situación legislativa, recordando los años de crisis sanitaria, energética y natural que han requerido “espíritu de acuerdo y reformas” aprobadas por mayoría, y que, según él, han propiciado la mayor estabilidad y crecimiento económico en Europa. En esta línea, lanzó un mensaje directo a los grupos parlamentarios: más consenso es igual a más bienestar, por mucho que el escenario político sea extremo.
Su agenda internacional también entró en juego con propuestas en el Consejo Europeo para frenar la especulación inmobiliaria, potenciar la vivienda social joven y combatir la emergencia climática con ambición ecológica; todo sazonado con la defensa simultánea de Palestina e Israel—aquí, sin embargo, el músculo se convierte en equilibrio diplomático.
Para rematar, Sánchez volvió sobre la corrupción, reivindicando un plan estatal que avanza en 13 de sus 15 medidas pactadas con la OCDE. Tolerancia cero y colaboración total con la Justicia es su receta para “limpieza democrática”.
Así, Sánchez se exhibe: datos, músculo y eslóganes. Política a golpe de cifras y titulares, pero también de exigencias a las autonomías y llamadas al consenso. ¿Postureo o gestión? El socialismo español se esfuerza en que cada comparecencia sea “marca registrada”.
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