Trump consigue que Europa sea la sucursal de Silicon Valley.
¿Europa como líder digital? Hoy solo queda el eslogan vacío. La UE acaba de firmar su rendición ante Trump y las grandes tecnológicas de EE.UU. No es una exageración: Bruselas ha decidido retrasar un año la aplicación de las (ya tímidas) garantías para la inteligencia artificial de alto riesgo, abriendo la puerta a un presente donde nuestros datos y derechos valen… menos que nunca.
En lugar de blindar la privacidad y la seguridad ciudadana, la Comisión Europea “innova” rebajando estándares. El anunciado paquete ómnibus digital, presentado bajo el mantra de la “simplificación”, es una auténtica demolición controlada del sistema de protección de datos más sólido del mundo. Europa ya no protege: ahora entrega, “desbloquea” y liquida datos al por mayor a gigantes como Google, Meta, Amazon y OpenAI.
El argumento oficial: debemos ser “competitivos” y “desbloquear datos de alta calidad para la IA”. La realidad: un regalo millonario a las tecnológicas estadounidenses, una cesión sin precedentes a los deseos de Trump, y el mayor retroceso en derechos digitales de la historia europea.
ONGs, eurodiputados y defensores de las libertades digitales lo gritan: “Europa está destruyendo sus propias defensas para complacer al imperio digital estadounidense”. Max Schrems, activista de NOYB, lo califica como “el mayor ataque en años”. Ciento veinte organizaciones firman ya el manifiesto de alarma: lo que la Comisión vende como “simplificación técnica” es, en realidad, desmantelamiento, sumisión y traición.
¿El peligro? Que todo lo que hasta ahora nos salvaba del espionaje masivo y el abuso de datos (el tan aplaudido GDPR) pase a la historia. Se abrirán las compuertas al rastreo constante, a la pérdida del anonimato y a la explotación impune de nuestra vida digital en nombre de un mal llamado “progreso”.
Mientras la derecha europea aplaude y Trump sonríe desde la distancia, la ciudadanía asiste al espectáculo pirotécnico del desmantelamiento jurídico más grande desde la entrada del euro. La UE ha dejado claro a quién sirve… y no, no es a ti ni a mí.
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