Trump Reloaded: “America First” hace temblar a Venezuela (y al mundo)


En el tablero global, Donald Trump se coloca nuevamente como el “sheriff” planetario y pone su lupa, sus barcos y su retórica en Venezuela. ¿Defensa ante el narcotráfico o puesta en escena electoral? EEUU mueve ficha y el Caribe se convierte en el último ring del show trumpista.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha encendido motores en la diplomacia de choque y Venezuela vuelve al ojo del huracán. Washington reafirma su papel de “guardián del orden mundial”, justificando un despliegue militar en el Caribe para “frenar el narcotráfico” y “proteger la seguridad nacional”. Tras el hundimiento de embarcaciones venezolanas en aguas internacionales y la confirmación de operaciones encubiertas de la CIA, el mensaje es claro: EEUU marca territorio y busca que el régimen de Nicolás Maduro sienta la presión en cada frontera, muelle y conversación internacional.

A este Trump 2.0, mucho más populista y antiliberal, le interesa potenciar la narrativa de crisis y enemigo externo. La estrategia de seguridad reemplaza la vieja bandera de “democracia para Venezuela”. Lo dice claro: la prioridad es blindar las fronteras ante el “peligro” de drogas y migrantes, acusando a Maduro de liderar redes criminales como el Cartel de los Soles. Y por si faltaba show, se ofrece hasta 50 millones de dólares por la cabeza del mandatario venezolano.

El giro de timón respecto a la Casa Blanca de Biden es evidente. Atrás queda el intento de transición democrática post-fraude electoral en las presidenciales venezolanas de 2024. Ahora la línea dura regresa: sanciones renovadas, Chevron bajo la lupa y aranceles del 25% para países que importen crudo venezolano. La economía venezolana busca oxígeno mirando a China y Rusia, mientras la administración Trump endurece el cerco.

En el plano migratorio, la guinda la pone una ofensiva contra los 600.000 venezolanos antes protegidos bajo el TPS (estatus de protección temporal), que hoy ven peligrar su estancia en Estados Unidos con deportaciones y repatriaciones exprés. Un movimiento que desconcierta hasta a parte del electorado latino que apoyó al magnate en Florida.

La resistencia chavista recurre al manual: cerrar filas, culpar a “imperialismos” y atribuir ataques a “inteligencia artificial”. La oposición venezolana también se quiebra: unos suplican más presión yanqui, otros la rechazan. En la región, la mayoría de países rechaza la vía de la fuerza, conscientes de que un conflicto abierto haría tambalearse aún más la frágil estabilidad regional.

La política exterior de Trump muestra que la promoción democrática queda aparcada en favor de la “seguridad nacional”. ¿El resultado? Un escenario volátil que reaviva el discurso antiyanqui de Maduro y tensa las costuras de América Latina. En el fondo, lo que está en juego no es solo el futuro de Venezuela, sino la narrativa global de poder y espectáculo made in Trump.

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