El PP respira por la boca de Vox, el PSOE por su miedo | Hay que silenciarlo.


La democracia española parece un chiste malo de Camus: sabemos que la ultraderecha nos lleva al abismo y, aun así, no dejamos de darle foco, minutos y titulares como si el espectáculo fuese más importante que el desenlace. Mientras tanto, PP y PSOE juegan a explotar ese ruido: unos pactan con Vox para gobernar, otros agitan el miedo a Vox para resistir.

VOX: existe porque se le mira

Vox no nació fuerte, lo hicieron fuerte a golpe de plató, tertulia y trending topic. En su etapa inicial tenía resultados marginales, pero su cobertura en medios creció hasta niveles cercanos a los grandes partidos pese a su irrelevancia parlamentaria.

Se ha demostrado que su discurso, basado en desinformación contra la Agenda 2030 y marcos de odio, se amplifica a través de la prensa, que muchas veces replica sus bulos como si fueran debate legítimo.

 “Si miras todo el rato al monstruo, no te quejes cuando te gobierne.”

PP: respirar con el oxígeno de la ultraderecha

El PP no sólo pacta con Vox: ha normalizado su presencia en gobiernos autonómicos clave, convirtiendo a la extrema derecha en socio estructural, no en anécdota. Castilla y León, Extremadura, Aragón, Comunitat Valenciana y Murcia se han gobernado con esa alianza, mientras Baleares depende del apoyo externo de Vox.

Cuando el PP compra su relato y su agenda, no solo “consigue gobernar”: contribuye a que el odio, el machismo y el negacionismo se conviertan en política pública, y después finge sorpresa por la polarización.

 “Si tu gobierno necesita a Vox para respirar, tu proyecto ya nació en coma.”

PSOE: gobernar a golpe de miedo también agota

El PSOE ha convertido muchas veces el “que viene la ultraderecha” en herramienta central de movilización y en coartada para no cambiar lo que incomoda a su propio sistema de poder.

El problema es que el miedo tiene fecha de caducidad: una parte del electorado progresista se quema, se desorienta y acaba viendo la política como un teatro donde todo gira en torno a Vox, incluso cuando podría girar en torno a derechos, igualdad y reformas reales.

​Si tu única propuesta es miedo a Vox, Vox ya está ganando.”

Informar” es hacer de altavoz

Los estudios sobre la cobertura mediática de Vox muestran titular tras titular que convierte cada provocación en combustible, con encuadres que, aunque críticos, consolidan su posición como actor central del tablero.

Decir “hay que hablar de ellos para desenmascararlos” y a la vez regalarles portadas, tertulias y marcos de victimismo es una trampa perfecta: ellos crecen, la audiencia se intoxica y la democracia se erosiona.

​“No existe cordón sanitario si el plató sigue siendo suyo.”

Silenciar a Vox: cuando el silencio es defensa democrática

Vox tiene derecho a existir, pero la democracia tiene derecho a defenderse. No se trata de ilegalizar, se trata de no premiar con foco mediático a quien trabaja explícitamente contra los derechos de mujeres, migrantes y minorías.

​El cordón sanitario real no es un gesto heroico, es una decisión pragmática: reducir su presencia en el debate público, impedir que dicten agenda y asumir que una minoría antidemocrática debe ser tratada como lo que es, no como co-protagonista del régimen del 78 en prime time.

​ “Silenciar a quien quiere destruir la democracia no es censura, es instinto de supervivencia.”

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