Epstein: Eran tan obscenos que querian dejar constacia de ello.
Jeffrey Epstein y su círculo levantaron un museo del abuso: fotos, vídeos y mansiones convertidas en prueba involuntaria de una élite sexual tan impune que documentó su propio crimen.
El álbum de la impunidad
Se han difundido fotos y vídeos inéditos de la isla privada y las mansiones de Epstein: dormitorios de lujo, baños, una sala con sillón de dentista rodeado de máscaras y pizarras con palabras como “poder”, “engaño” y “política”.
No son simples imágenes de un lugar del delito, son el storyboard de una clase que convirtió el abuso en escenografía y el crimen en atrezzo de vacaciones VIP.
Obscenidad que posa para la cámara
La obscenidad no está solo en lo que hicieron, sino en cómo lo guardaron: fotos cuidadas, vídeos editados, espacios decorados para impresionar mientras se cometían los abusos.
Se sabían tan intocables que necesitaban dejar constancia de ello, como si el álbum fuera más importante que el dolor que quedaba fuera de plano.
Trump en el encuadre, las víctimas fuera de plano
En medio de los archivos aparecen Trump y otros poderosos, retratados en la mansión y en el ecosistema Epstein, mientras los nombres de las víctimas siguen tachados o pixelados.
El Departamento de Justicia presume de transparencia publicando miles de documentos, pero entrega la verdad a plazos y en negro, en un sistema que archiva la obscenidad con más celo del que protege a las sobrevivientes.
La única respuesta digna ante este álbum de impunidad es más organización, más memoria y menos fascinación por el morbo de las fotos que por la justicia que aún no ha llegado. Llegara?
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