Felipe González y la Operación Judas contra Pedro Sánchez


Felipe González prepara su enésimo ajuste de cuentas con Pedro Sánchez, pero el jaque mate antes del verano solo está garantizado en las tertulias y en los egos heridos, no en la aritmética parlamentaria ni en la calle. La llamada “Operación Judas” es menos un plan maestro y más el último acto de una vieja guardia que prefiere dinamitar al PSOE antes que aceptar que el tablero político ya no gira en torno a su nostalgia.

​Operación Judas: vieja guardia, mismo guion

La “Operación Judas” se vende como una cruzada para “unir a todos los socialistas de bien” frente al “sanchismo”, con Felipe González, Jordi Sevilla y Virgilio Zapatero orbitando como referentes simbólicos de una socialdemocracia de vitrinas y hormigón constitucional. Pero, detrás del relato épico, lo que hay es el mismo intento de siempre de la vieja guardia de disputar a Sánchez el monopolio del espacio socialista sin pasar por unas primarias ni por el voto de la militancia.

​El PSOE lleva años viviendo una guerra civil fría: barones como Page o Lambán marcan perfil contra la dirección mientras los históricos multiplican críticas a la amnistía, a los pactos con independentistas y al supuesto “personalismo” de Sánchez. El problema es que esta “resistencia interna” no ofrece proyecto alternativo, solo rencor acumulado, micrófonos siempre abiertos y una promesa vaga de “volver” a un país que ya no existe.

El tablero real: PP, Vox y el deseo de derribo

La derecha política y mediática necesita vender que el fin de Sánchez es inevitable para tapar su propio bloqueo estratégico y su dependencia tóxica de Vox. Mientras PP y Vox disciplinan su alianza reaccionaria en gobiernos autonómicos y ayuntamientos, sueñan con que la implosión del PSOE les regale un poder que no logran ganar limpiamente en las urnas.

​Si la “Operación Judas” prospera, el beneficiado directo no será una izquierda renovada, sino una derecha que lleva años explotando la división socialista para legitimar su agenda contra derechos laborales, feminismo y memoria democrática. Y eso lo saben perfectamente quienes agitan la operación desde las sombras: no es solo un ajuste de cuentas con Sánchez, es una apuesta consciente por debilitar todo el bloque progresista para que PP y Vox marquen las reglas del juego.

​Progresismo desorientado: ¿qué hacemos con esto?

Para una izquierda crítica, feminista y harta de corrupción, la pregunta no es si Sánchez caerá antes del verano, sino con qué relato se intentará justificar que el PSOE se suicide otra vez cuando la extrema derecha sigue creciendo. El dilema existencial es brutal: o se acepta un PSOE imperfecto pero empujado por la presión social y la agenda feminista, o se abre la puerta a un ciclo de restauración reaccionaria barnizado de “regeneración” por los mismos que privatizaron, precarizaron y se blindaron en el poder durante décadas.

La “Operación Judas” no es solo una maniobra interna, es un mensaje: si te atreves a mover el tablero, el sistema te pasa factura usando tus propias siglas, tu propio pasado y tus propios referentes. Y ahí la pregunta que queda flotando es incómoda: ¿quién traiciona a quién, cuando los viejos guardianes del régimen prefieren entregarte a PP y Vox antes que tolerar una socialdemocracia que ya no controlan?

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