Juan Carlos I y sus memorias: manual de un Rey sin vergüenza
Juan Carlos I, el Rey del Saco, intenta lavar su imagen con unas memorias donde admite infidelidades, negocios turbios y favores fiscales mientras se vende como salvador de la democracia. Un rey franquista, machista y defraudador que hoy se pinta como abuelo entrañable mientras su saco sigue lleno de comisiones, fortunas opacas y silencios cómplices.
Juan Carlos I es el perfecto ejemplo de cómo un país puede pasar de idolatrar a un rey “campechano” a soportar, con cansancio y rabia, a un Rey del Saco cargado de privilegios, escándalos y relatos autoindulgentes. Sus memorias no suenan a verdad, suenan a coartada: reconoce infidelidades, admite “errores” con Hacienda, pero todo envuelto en el mismo relato de siempre, el del hombre que “lo hizo todo por España”.
Mientras presume de “reconciliación”, la imagen que deja es la de un monarca que vivió como comisionista internacional, acumulando fortuna en paraísos fiscales, valiéndose de cuentas opacas y regalos millonarios mientras el resto del país pagaba hasta el último céntimo a Hacienda. Un Rey del Saco lleno de comisiones por negocios internacionales, trenes de alta velocidad, petroleras y amistades peligrosas, que luego se regulariza a toda prisa cuando la Fiscalía empieza a mirar demasiado de cerca.
En paralelo, las filtraciones de su autobiografía lo dibujan como un franquista irredento, ególatra, machista, que habla de “deslices sentimentales” donde hay desprecio a su propia esposa y un modelo de masculinidad rancia y de barra de casino. El mismo hombre que se atribuye en sus memorias el monopolio de la democracia, la libertad y la modernización del país, como si España fuera un escenario secundario y él el protagonista absoluto.
Su estrategia es clara: convertir décadas de corrupción, infidelidades y arrogancia en un relato épico de sacrificio personal, mientras pide apoyo para su hijo y para una monarquía que sigue atrapada en su sombra. Juan Carlos I ya no es solo el rey emérito, es el Rey del Saco: el saco de la impunidad, el saco de la memoria selectiva, el saco donde se intenta esconder lo que muchos no están dispuestos a olvidar.
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