PP, feminismo y acoso: cuando el silencio también es violencia



El PP cierra filas ante las denuncias internas por acoso y abuso sexual sin acudir a la Fiscalía, mientras Feijóo se cuelga la medalla del feminismo atacando al PSOE por “machistas”. Este doble rasero no es una anécdota, es un patrón político: callar dentro, señalar fuera.

El PP que archiva, no protege

El PP de Madrid ha decidido dar carpetazo a las denuncias de hasta nueve militantes que relatan acoso, bullying, homofobia, xenofobia y presuntas prácticas de abuso sexual, limitándolo todo a un expediente interno que ni siquiera se ha remitido a la Fiscalía. Mientras tanto, los denunciantes hablan de un clima de miedo, presión psicológica y propuestas de favores sexuales usadas como herramienta de control político dentro del partido.

Aquí no hay “casos aislados”, hay una cultura organizativa donde el machismo, la intimidación y el espionaje interno se normalizan mientras la dirección mira hacia otro lado y se parapeta en comités internos que archivan sin transparencia. Si para un partido la prioridad es proteger su marca antes que a sus militantes más vulnerables, el problema ya no es una persona, es todo el sistema.

Feijóo, el feminista solo cuando toca

El mismo Feijóo que en mítines señala al PSOE como “partido degenerado” y acusa a Sánchez de encubrir “machistas”, presume en grabaciones antiguas de insinuarse a una actriz 25 años más joven, bromeando con “lo voy a intentar” pese a que ella ya le dijo que no. La oposición gallega calificó entonces esa actitud de machista y cosificadora, mientras el PP intentó reducirlo todo a una “broma” sin importancia.

Ese es el manual: cuando el PP habla de machismo, siempre es para atacar a otros; cuando el foco se gira hacia dentro, todo pasa a ser “exageraciones”, “anécdotas” o “bromas malinterpretadas”. El mensaje implícito a las víctimas es devastador: si el agresor lleva siglas adecuadas, será protegido; si el señalador es útil, será aplaudido.

Feminismo de verdad o feminismo de escaparate

El feminismo no es un arma arrojadiza para tertulia de sábado, es un compromiso diario que empieza por limpiar tu propia casa y llevar a la Justicia lo que es de la Justicia. Cuando un partido presume de “defender a las mujeres” mientras archiva denuncias graves y las encapsula en comisiones internas, lo que está vendiendo no es igualdad, es marketing político.

Quien se niega a entregar a la Fiscalía testimonios de acoso y abuso sexual, pero corre a los micrófonos a hablar de “machistas” ajenos, no quiere proteger a las mujeres: quiere proteger su relato. Y ahí es donde una ciudadanía progresista, crítica y feminista tiene que decidir si compra el eslogan o exige coherencia, hechos y Justicia.

Articulo de referencia: ElPlural​

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