Sanchez resite: Elegir el mal menor para evitar el desastre mayor.
Pedro Sánchez aguanta el pulso mientras PP y Vox preparan la alternativa: menos derechos, más ruido y un precio social que ya conocemos. La pregunta no es si Sánchez gusta, sino qué pasa si cae.
La resistencia no es épica, es política
Pedro Sánchez no “resiste” por romanticismo. Resiste porque el contexto lo exige. Porque enfrente no hay una oposición democrática clásica, sino un bloque PP–Vox que ya ha demostrado, allí donde gobierna, qué entiende por alternativa: recortes, retrocesos y guerra cultural permanente.
La resistencia no es un capricho personal. Es un dique.
La alternativa existe… y ya la hemos visto
Feijóo finge moderación, pero gobierna con Abascal allí donde los números le obligan. Y cuando Vox entra, la agenda es clara: ataque al feminismo, negacionismo climático, purgas culturales y recentralización autoritaria.
No es una hipótesis. Es Castilla y León. Es Valencia. Es Extremadura. Es la letra pequeña del “cambio”.
El precio real de la ultraderecha
¿Qué precio hay que pagar si cae el Gobierno progresista?
– Derechos de las mujeres cuestionados.
– Políticas sociales recortadas en nombre de la “libertad”.
– Memoria democrática convertida en problema.
– España alineada con la ola reaccionaria europea.
La ultraderecha no llega gratis. Siempre pasa factura. Y la pagan los mismos.
Corrupción, sí. Cinismo, no
La izquierda crítica tiene razón en exigir limpieza, ética y ejemplaridad. Pero confundir corrupción con equidistancia es un error estratégico. No es lo mismo un gobierno presionado por sus contradicciones que uno decidido a desmontar derechos.
La política no va de pureza moral. Va de correlación de fuerzas.
Pragmatismo progresista
Sánchez no es intocable. Pero es el último muro antes del retroceso. Frenar a la ultraderecha no es idolatrar a nadie: es elegir el mal menor para evitar el desastre mayor.
Porque si no es esto, ¿qué es?
Y sobre todo: ¿quién paga el precio?
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