Tramas del fuel, licencias a dedo y chalets: manual para saquear el Estado
Las tramas de hidrocarburos, las licencias a medida y las puertas giratorias son el manual real de cómo se intenta saquear a un Estado: empresas pantalla, sociedades vaciadas, concursos de acreedores y políticos que convierten licencias en chalets, poder y silencio.
En el negocio de los hidrocarburos no solo se mueve gasolina: se mueve poder, impunidad y una forma muy concreta de hacer política a la carta. Tramas que necesitan una licencia de operador mayorista, ministerios que firman, empresas pantalla que se interponen y sociedades que acaban en concurso cuando ya han exprimido hasta el último euro del fraude. Esto no es un caso, es un método.
El esquema se repite: una empresa quiere operar como mayorista y necesita el visto bueno de varios ministerios, despachos y direcciones generales. Sobre el papel, la autorización exige solvencia, cumplimiento fiscal y controles técnicos. En la práctica, la trama capitaliza sociedades con dinero de origen dudoso, compra voluntades y acelera expedientes mientras Hacienda y los reguladores miran a otro lado. Licencia concedida, negocio en marcha, caja llena.
Luego llegan las empresas pantalla: sociedades interpuestas, a veces con testaferros, que simulan operaciones y esconden el auténtico negocio del IVA que nunca llega a las arcas públicas. Se vende combustible sin declarar impuestos, se rebaja precio para ganar mercado, se desvían beneficios al exterior y se firma “asesoramiento” para blanquear la jugada. Mientras tanto, el ciudadano paga el litro, el impuesto y el agujero fiscal.
Cuando la cosa se complica, aparece el capítulo final: vaciado de sociedades y concurso de acreedores. Las empresas morosas se hunden “oficialmente”, pero el dinero ya ha salido por la puerta de atrás: chalets, coches de lujo, relojes, pagos en efectivo, comisiones en negro, vidas blindadas al margen de la ley. El rastro que queda es una empresa quebrada, miles de facturas y una Hacienda agujereada.
Y entre tanta factura y tanto albarán, la constante incómoda: sin complicidad política no hay licencia, sin licencia no hay trama y sin trama no hay chalets ni puertas giratorias. El saqueo del Estado no se hace con discursos, se hace con licencias, firmas y silencios bien colocados. Ésa es la verdadera política energética: quién manda sobre la gasolina, sobre el IVA y sobre tu bolsillo.
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SN
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