Trump sitiado por la realidad. Mentir es la mejor opción

Trump vende milagros mientras sus propios datos lo hunden: la propaganda sustituye a la economía y la mentira se convierte en programa de gobierno.​

Trump contra los hechos: el truco del populista

Trump llega a su discurso de Navidad con la popularidad en el subsuelo: solo el 36% aprueba su gestión, con la inflación y la cesta de la compra como principal motivo de rechazo. Frente a esa realidad, responde con el manual clásico del populista a la defensiva: inflar logros, borrar matices y culpar de todo a la herencia de Biden, a la migración y a enemigos externos.​

“Peor inflación en 48 años” cuando los datos marcan el 3%, “milagroso” auge económico mientras la gente no llega a fin de mes: cuando la economía no acompaña, el relato se convierte en refugio y arma.​

Victimismo, enemigos y fantasmas de guerra


El espectáculo venía precedido por el ruido de Tucker Carlson anunciando una posible guerra con Venezuela, una tensión inflada que jamás se materializó en el discurso. Es el truco perfecto: agitar miedos externos para tapar el malestar interno y seguir presentándose como comandante asediado por conspiraciones, inmigrantes y “élites” que no le dejan gobernar.​

Ni guerra con Venezuela ni milagro económico: solo más ruido, más victimismo y más chivos expiatorios para un presidente sitiado por sus propios números.​

Lo que nos enseña a los progesstas

Para una audiencia progresista, el mensaje es claro: cuando la derecha populista está en apuros, no corrige políticas, corrige el relato. Manipula cifras, promete “auges históricos” y señala al migrante, al feminismo o a la oposición como culpables de un sistema que ellos mismos gestionan.​

La respuesta no puede ser solo indignación moral: hace falta confrontar datos, desmontar marcos y explicar con pedagogía combativa cómo se construye esta estafa comunicativa. Trump es un espejo deformante que ya inspira a derechas radicalizadas en Europa: ignorarlo es dejarles el campo libres.​

Por qué importa aquí y ahora

Trump es propaganda en estado puro, pero su método ya se copia en otros países: desinformación desde arriba, espectáculo permanente y mentiras recitadas con absoluta impunidad. Para una izquierda que quiere ser útil, entender ese manual es imprescindible: no para imitarlo, sino para anticiparlo, exponerlo y organizar mayorías que no compren humo.​

Cuando el poder miente sobre datos básicos como la inflación o el empleo, no es un “exceso retórico”: es una estrategia para desactivar el pensamiento crítico y blindar privilegios.​

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